martes, 29 de diciembre de 2020

El todo de ser Wampís

No estamos solos. La selva nos pertenece, el idioma nos naturaliza, la imagen indigenista nos identifica. Somos hombres y mujeres únicos de la realidad que nos envuelve. Aunque seamos ideologías del momento, las características antiquísimas y las conductas por muy diferentes que sean, prevalecen en nosotros lo cultural y la imagen del arte de la persona Wampís.

Lo más hermoso que debe existir en la vida es ser Wampís  y lo más bonito habrá que ser  hablar el idioma autóctono. Quizá es la pagina de la historia más feliz, anécdotas alucinadoras, redescubrirse al mapa de la selva, disfrutar incontables paisajes que en ningún otro lugar veras, son siempre expresión de la imagen Wampís. 

El qué dirán de ti, habla la belleza de la selva con bonitas admiraciones, con sabroso enfoque poético. Digo poético, porque la imagen de ser todo Wampís está construida desde los secretos de la Cultura autóctona. En otras palabras, somos Wampís y no hombres occidentales. Es verdad, la colonización está sumergida en la cultura, pero eso no quita que todo Wampís se desaparezca, o deje de tener valor en sí. Somos Hombres de dignidad propia, de esencia única que los caracteriza a los ojos de los occidentales. 

Rincones de la Selva

La inmensidad criolla de la selva se nos trasciende a nuestra existencia. Ante la grandeza de árboles, de las rocas gigantes, con ríos caudalosos, evidencian que somos hombres de la selva.  Somos hechos de la selva amazónica. Hay que estar  orgullosos sin bajos autoestimas de  la imagen Wampís. El Idioma los dice del todo a cada unos de los paisanos Wampís. La raza misteriosa de amazonas, los hace cocreadores de la propia supervivencias. Las comunidades antiquísimas los hace propietarios de la amazonia.  Por eso según mi pensar, el hombre Wampís es idéntico a la selva amazónica, capaz de transformar las realidades subalternas de su entorno. En muchos casos, el Wampís es desentendido en occidente, pero respetado y valorado por su cultura. 

Primer amor.

El primer amor sería entusiasmarse por nuestros pueblos. Nacimos en un pueblo, el albergue de nuestra existencia es amar a nuestros pueblos con todo el corazón.  Alucinarse, maravillarse del todo Wampís se nos connaturaliza al primer amor. Al primer amor lo refiero a esa pasión existencial que nos amó desde el corazón de la madre Wampís. 

El amor no tiene que diferenciarnos de los demás paisanos. Somos una raza idéntica del uno al otro. Cada uno está invitado o al menos tiene la intención de la imagen Wampís. Entonces solo basta expresarse con el amor incondicional al paisano. El amor no se engríe, no se jacta, ni mucho peor se exalta subordinando a la propia raza. La raza está por encima de la persona desvalorizada o desamada por sus condiciones sociales-económicas. Amar es mostrar el amor a la raza, invitados a amar a los paisanos idénticos. El amor es lo primero, primero en amar al pueblo Wampís, lo cual, expresa de que pertenecemos del todo Wampís. Seamos  hombres que aman a su cultura.  

Retrato de ser Wampís.

 Nacidos en una zona indigenista, con ojos únicos, hablar el lenguaje criollo, con arte cultural propia, son dimensiones trascendentales del ser todo Wampís.  Queramos o no,  éramos Wampís desde hoy y seguiremos siéndolo para siempre. Porque las tradiciones culturales se nos pertenecen, la música y el arte de la naturaleza madre se nos vieron a nacer. Somos arquitecturas  de la genética Wampís.