LECCIÓN POR APRENDER
Estamos en siglo XXI en donde la mente humana parece acaparar las necesidades básicas de la realidad circundante. Empiezo con dos ejes transversales del progreso. Por una parte, la ciencia nos asegura de nuestro entorno y, como consecuencia de ello, nos vienen buenos resultados. Ejemplo de ello, el incontrolable aceleración tecnocrática cívica que nos sobrecoge a su antojo. Parece que la cobijación depende de ello: la seguridad y despreocupación son saciables por los elementos sofisticados del momento. No hay nada que mirarla a otras seguridades ajenas, basta la ciencia que tenemos a nuestro alcance.Sin embargo, los alcances tecnológicos no nos aseguran la credibilidad de nuestras vidas. El valor de la vida, por ello, no depende de usos sofisticados, sino en asegurarnos y protegernos en vistas al posible circunstancias desastrosas venideras. A qué me refiero? Las ciencias sofisticadas nos priven de cualquier desamparo de furias naturales; nos den el seguro a todos para unos muchos, la educación tradicional (clásica) se ponga a una educación al nivel actual y, se adapte a cualquier tiempo cambiante para una supervivencia mejor. Que el clima transitorio sea favorecido por la ciencia. Eso se requiere actualmente, el progreso científico se ponga al servicio de la humanidad, no a la utilidad de sofisticar más tecnologías.
Se ve que hemos avanzado mucho, pero nada nos hemos asegurado por una vida mejor. Estamos en una sociedad donde el hombre ha pluralizado tanto que no sabe enfrentar a cualquier incertidumbre desastrosa. Hace poco que estamos paralizados por el COVID-19, la pandemía que nos tiene recluidos a todos. Las distintas actividades comerciales-industriales han paralizado sus productos; e incluso estamos sin movimiento, reposados en nuestras casas sin poder hacer ninguna actividad. La gente pobre se hace más pobre; la gente adinerada están agotando sus ahorros. Algunas familias no cuentan nada para este tiempo, porque el misteriosos enfermedad COVID-19 se ha privado de todas sus riquezas tenidas. Como consecuencia de ello, el resultado es sufrimiento, hambre, miedo a contagiarse y sublebación de cualquier restricción del gobierno para la sobrevivencia del día.
Nada nos ha servido el progreso científico, nos creíamos superiores, seguros de sí mismos, pero solamente una enfermedad nos ha recluido a todos, sin poder hacer ninguna actividad primaría. Por tanto, las distintas ciencias modernas se preocupen de salvaguradar al hombre en cualquier situación deshumanizante, dejando de lado de tantos avances que no nos sirven como medios de salvación de alguna enfermedad venérea.
Por otra parte, otro progreso actual es el área salud. El resultado de la ciencia no nos han servidos para implementar con elementos altamente sofisticados en los hospitales del país. La mayoría de los hospitales no se ven seguros para atender a cualquier enfermedad mortífera, como a COVID-19. Por ello, los miembros del sistema sanitario están expuestos al contagio de enfermedades altamente mortales.
SALIR DEL CONFORT
Si todos las veces ponemos la misma ropa, terminamos cansando. La misa comida nos cansa. La idea es variar nuestra gastronomía diaria para sobrellevar nuestro día. Algo analógico es nuestra situación actual. Si estamos cansando del momento, de algo insuperable, sea cocreativo contigo mismo, busca ingeniarte: leer libros desprendibles, dedicar la socialización interpersonal, crear hábitos favorables.
Estar en una misma situación negativa no es favorable en el desarrollo personal. Por eso, la vida cuenta con varias señales. Una de esas señales es salir del segmento negativo que no nos deja transformar por señales positivos. El conocerse consigo mismo, los gustos, sueños por cumplir, despertarse alegre por la mañana a transformar el presente, leer los signos de los tiempos, son signos buenos de no ser lo mismo. Ser la misma persona del siempre, no asegura el futuro. La vida no es vivir de los recuerdos, sino en hacer una conjunción del presente y futuro. Porque los recuerdos del pasado no aseguran la importancia de ser mejores, sino en disminuirnos a estar anclados en lo mismo. Mientras que el presente y el futuro, retienen lo novedoso, lo valorable, estimable, pero también lo superable de corregir lo vivido.
MENOS DEL MÁS ALLÁ DEL BIEN Y DEL MAL
El progreso nos hace sentir a sobreponernos del más allá del bien y del mal. No importa a cualquier adversidad retroactiva del pasado, bata a cobijarse del progreso, la solución de cualquier adverso devenido. Incluso eso se ve en el rol de los países de la primera linea del desarrollo y los dueños de la civilización del momento, seguros de la globalización, del capitalismo aliado de unos pocos, en intercambio masivo de los productos comerciales, la insaciable movimiento de la economía. Son dimensiones que ensalzan a la humanidad productos de sus manos, nada eternos en ir perfeccionándose, sino desechables e instrumentables como medios de subsistencia, pero que ayudan a la filosofía humana en estructurar la sociedad, en vistas al cuidado y presenciables del momento.
Para algunos los fracasos son inadmisibles. Otros lo reprueban ciegamente ni tienen la menor idea de lo intrascendental que son sin juzgarse a si mismos. Solo basta lo vivido, nada más; nada aprenden ni se recapacitan lo hermoso que es revertirlo en apacible lo intranquilo-fastidioso-lo tormentoso. Estos tipos de humanos son egocentricos, nada distinguen el mundo negativo ni consiguen sus propias perspectivas. Pero hay otro tipo de humanos, personas que resisten al precario del mal privado o colectivos desagradable del momento, con las propias iluminaciones no bastan sino una sabiduría sobrenatural les envuelven la vida a elevar sentido pleno de la imagen humana. Se necesita a Dios para que nuestra humanidad y de todas las actividades ordinarias tengan la imagen positiva, de lo contrario, las acciones hechas -hechos concretos-signos sensibles manifestados por buena que sean, no habrían sido muy buenas. Porque lo "muy bueno" no sale de entre los hombre, sino viene de la naturaleza divina.
Así que, menos del más allá del bien y del mal, se recoge que no somos seres absolutos, sin necesidades alguna; la experiencia nos dice que siempre manifestamos momentos gratos y situaciones adversas; e incuso, se busca auxilio de sobresalir en las situaciones en las que nos vemos limitados. Somos hombres/mujeres que no encumbramos al mal, ni nacimos en hacer la vida (el hacer el bien) con elemento natural, la tendencia a Dios nos equilibra lo que vamos progresando en distintas dimensiones de la vida. Aunque no sean tan buenas las actividades en curso del momento, son perfeccionables si trabajamos con Dios. El progreso y la civilización se conlleve a la mano de Dios.
Ni el progreso ni la civilización actual nos solucionan las incertidumbres del mal. Ni la economía tridimensional (el yo aliado con amigo con el tercero) se suprime al mal o a una enfermedad mortífera. Nuestra civilización del momento aun le falta recapacitarse del pasado, aprender del presente y asegurar en las buenas manos al progreso para sobrellevar el futuro, donde prime la prioridad a la persona humana (su salud). No nos sirve, seamos realistas, tantos avances sin poder sobresacarnos ante un misterio mal: Ejemplo de ello, la enfermedad del COVID-19.
ACENTO DEL APRENDIZAJE
Cada día vivida, los momentos transcurridos y los siguientes próximos años son lecciones marcadas en la personalidades humanas, conscientes o inconscientes que sean nos califican lo que somos.
Dice un dicho: "No hay nada oculto bajo el sol". Nacimos para aprender de la realidad por más mala que sea, porque somos parte de aquella que nos vio nacer. Existir, respirar y la pasión de saber son parte de la naturaleza humana. Por eso, el propósito de cada hombre/mujer, son el futuro del aprendizaje. Aprendizaje que va gestándose desde la familia hasta no agotarse la realidad circundante. La filosofía humana es el hilo conductor de este aprendizaje.
Aprender de día en día no solamente se adhiere a la dimensión educativa, sino también del valor de la vida, de aprender de la naturaleza, de los pensamientos-ideológicos del momento y, de aprender del otro, considerando que cada persona es única e insustituible en lo que hace ser, diferente y útil de la sociedad.
Hay tantas solicitudes del aprendizaje del mundo. Aprendemos a pensar con la intención de despertar lo aprendido, la correspondencia del otro nos hace que somos primarios del aprendizaje y, cada siguiente paso dado, ayuda al hombre a transcender en algo mejor aprendido en futuro.
Sin el aprendizaje de cualquier minúsculo valor no se puede cualificar la vida. La vida está en aprender, de ser dueños del aprendizaje de lo que nos venga; los retrocesos y los logros se nos son dados, pero, la intencionalidad habrá que tener bien claro: Los fracasos no son preexistentes al aprendizaje, lo primario del hombre es aprender a revertirlo en algo positivo lo caduco. Claro, es bueno aprender del error para no volver a errar en los próximos momentos venideros.
El aprendizaje también lo identifica al hombre, y por lo tanto, la identidad está en aprender. Aprendemos del entorno del mundo. Se aprende de las enseñanzas de distintas instituciones logradas, sea positiva o negativamente dependiendo del empeño puesto para un aprendizaje mejor a la altura del progreso actual.
Pero lo curioso es que lo aprendido no es creación nuestra, solo que somos novedosos del aprendizaje. Se conquista el aprender del otro; en consecuencia, el hombre es cocreativo del autoaprendizaje de sí mismo para el bien social.
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